jueves, 5 de diciembre de 2019

Guitarra y mujer

¿Alguien sabe por qué la guitarra tiene esa forma tan particular? Pues yo no lo sé, aunque tengo una teoría.
La guitarra es como la mujer...

No la toques si no sabes y no quieres aprender bien cómo hacerlo. Si alguna vez encuentras una desafinada no es porque haya sido siempre así, solo hubo alguien que no entendió nunca cómo tocarla y que no la trató con el cariño que debía.

Sus cuerdas son muy frágiles y puedes dañarla, solo necesitas hacerla vibrar bien y llenará tus días de una hermosa melodía. Ella sabrá con su canto cómo acompañarte en esta vida.

En las noches alegres estará a tu lado y en las más tristes te dará consuelo.

Sus curvas son hermosas pero recuerda bien que lo más bello sale de su interior.

No todas serán iguales pues dependen de quién la construya y cuánto amor haya dado al formarla.

No la maltrates pues verás que no fuiste digno y sufrirás cuando se encuentre en los brazos de otro hombre.

Dichoso aquel que tiene una, ya que ella será quien aflore en su interior un sentimiento.

No quiero con esto reducirla a un simple objeto; solo quiero, para aquel que no la comprende, que primero aprenda a tocar una guitarra y luego a enamorar a una mujer...

Leído por ahí...

viernes, 2 de agosto de 2019

Una manera de rezar por todos

Cuenta una leyenda que en un pequeño pueblo vivía una niña inocente y sin malicia alguna. Ella empezó a ser observada por sus padres, con sorpresa y creciente preocupación porque se encontraban asombrados por las oraciones nocturnas de la niña.

Llamaron al sacerdote del pueblo, quien pensó que los padres exageraban. Lo invitaron a cenar, con la intención de que observe a la niña. Se encontró con una niña dulce de aspecto angelical. Cuando terminó de cenar, ella se despidió de sus padres y del sacerdote, dirigiéndose a su habitación. En ese momento los padres le piden al sacerdote que los acompañe a la habitación de la niña. Ya detrás de la puerta, es cuando se empezó a oír:

“Y cuida a mi mami, a mi papi, a mis hermanos, ah, y por favor cuida mucho de Lucifer, nadie pide por él, yo lo hago en nombre de todos”

Su padre estaba horrorizado, sin embargo la conducta de la pequeña era intachable, por lo que el sacerdote solo ordenó que la vigilen. El tiempo pasó y lamentablemente las condiciones en las que vivían no eran de las mejores, solían caer en hambrunas, padecer enfermedades y conforme iba pasando el tiempo, las cosas empeoraban, pero eso no era motivo para que la niña dejara de rezar:

“Y cuida a mi mami, a mi papi, a mis hermanos, y por favor cuida mucho de Lucifer, nadie pide por él, yo lo hago en nombre de todos”
Y así lo decía cada noche.

Un día muy temprano, sus padres salieron en busca de alimentos para ella y sus hermanos. Durante su ausencia, ella sufrió un accidente en la puerta de su casa y murió. La familia era muy humilde, por lo que no podían darle una sepultura y lloraban su miseria. De pronto, de la nada apareció en su casa el más majestuoso y jamás visto cortejo fúnebre; rosas, coronas, una elegante carroza jalada por seis corceles negros, y al frente del cortejo, un hermoso joven de piel blanca como la nieve, pelirrojo, vistiendo un traje de gala negro, tanta belleza impactaba, pero lo que más impactaba, eran sus ojos, rojos como la sangre, como carbón encendido, pero hermosos y cautivadores, bañados en lágrimas que ocultaban la verdadera fiereza de su dueño.

Inició la misa de cuerpo presente, la iglesia estaba a tope y el joven en primera fila seguía llorando, sin mirar a nadie, solo a la caja blanca de fino alabastro que contenía aquel angelical cuerpo.

Los padres de la niña no se animaban a agradecer o cuestionar a su distinguido benefactor, quien cabizbajo seguía en su solemne y silencioso llanto que desgarraba el alma del más valiente.

Finalmente, el cortejo partió hacia el cementerio, donde los padres, hermanos y familiares de la niña pudieron contemplar el sepulcro más majestuoso jamás visto. Al ingresar el féretro al nido de descanso eterno, el joven estalló en un llanto que dobló a más de uno, los padres no sabían que hacer.

¿Cómo aquel desconocido podía haber amado tanto a la niña y haber sentido tanto su muerte?

Y como si hubiera leído sus mentes, volvió su fiera pero enternecedora mirada y con pena y dulzura infinita dijo: “Por miles de años el mundo ha buscado la manera de tacharme de lo peor, desde tentador, ladrón, traidor, enemigo, hasta lo más ofensivo y blasfemo, pero ella, ella con su dulzura, su inocencia, su amor infinito, todas las noches sin falta y a pesar de que era castigada por hacerlo, nunca dejo de orar y pedir por mí, ni una sola noche”.

Los padres le preguntaron su nombre pero el joven se alejó y dio la vuelta diciendo que debían recordar el final de las oraciones de su hija... Dicho esto, el joven desapareció.



Fuente: de por ahí...