lunes, 17 de noviembre de 2008

El submarino portaaviones

El 1er avistamiento de éste coloso fué hecho por boquiabiertos marinos norteamericanos en las aguas del pacífico.
Les narro la reconstrucción de los hechos: A finales de 1945 y días después de que el Imperio Japonés capitulara, un destructor norteamericano logró la rendición de uno de los últimos submarinos que quedaban luchando por aquél entonces, lo curioso era que dicho submarino era desconocido por las tropas aliadas en aquel entonces.
La tripulación asistió boquiabierta a la aparición de un aparato de dimensiones nunca vistas, tan descomunal que resultaba un 60% más grande que el mayor de los submarinos norteamericanos, dos veces más rápido y con capacidad para dar una vuelta y media a la Tierra sin repostar.
Luego de las inspecciones de rigor los ingenieros estadounidenses determinaron que no solo era una magnífica obra de la ingeniería bélica, sino además, era un portaaviones. El submarino poseía un compartimento estanco donde transportar un avión de la clase Serian.

Una vez en la superficie, la tripulación extraía el avión de su escondite, desplegaba sus alas sobre la cubierta y preparaba una pequeña pista para despegar.El avión Serian podía despegar y realizar todo tipo de misiones con rapidez y discreción. Una vez realizadas regresaba al submarino y volvía a desaparecer bajo el mar.

Los japoneses pretendían utilizar estos submarinos para realizar ataques sorpresa en la costa Este de los EEUU. Según los aliados, el mando nipón diseñó el I-400 con intención de destruir el canal de Panamá y de atacar con armas bacteriológicas ciudades como Nueva York o Washington. Pero la guerra acabó antes y el plan nunca se llegó a realizar.

Tras finalizar la guerra, sólo unas cuantas unidades sobrevivían indemnes.

Se reunieron estas unidades en un puerto cercano a Sasebo para ser estudiadas, pero cuando ya se extraía información sobre la ingeniería de estas naves se recibió la orden de hundirlos inmediatamente. Esta operación se llamó Operación Road’s End o final del camino. Algunos oficiales técnicos americanos intentaron hacer desistir al alto mando de esta acción, pero fue inútil. Estas unidades fueron llevadas por los mismo tripulantes japoneses mar adentro y hundidas mediante explosivos por los Estados Unidos para evitar su análisis por los soviéticos. Los restos de estas unidades quedaron reposando a más de 200 metros de profundidad.

No se conservó ninguna de ellas.

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